Reseña: "Everything Everywhere All at Once", la depresión y lo que te ata a este mundo

Everything Everywhere All at Once

Hace una semana que fui al cine a ver "Everything Everyone All At Once" y no logro que salga de mi cabeza. Anoche volví a visionarla y consiguió arrancarme el llanto que me guardé cuando la vi en la gran pantalla.

Hoy vengo a hablaros de una película de comedia que habla sobre viajes entre universos paralelos, de rocas en un planeta deshabitado y de un tema que me toca muy de cerca: la depresión y lo que te ata a este mundo.

Parte 1: La depresión

"Everything Everyone All At Once" trata sobre Evelyn Wang (Michelle Yeoh), una ciudadana estadounidense originaria de China. Evelyn vive junto a su marido Waymond (Ke Huy Quan) y su hija Joy (Stephanie Hsu). La familia regenta una lavandería y deben acudir a una auditoría con el Servicio Interno de Impuestos para regular sus cuentas y no perder su negocio.

La personalidad de Evelyn se ha visto marcada de buena manera gracias a -o por culpa de- la actitud de su padre, Gong Gong (James Hong). Gong Gong siempre ha tenido una mala imagen de su hija; cosa que se repite con su hija Joy. A Evelyn no le gusta el camino que su hija está tomando en la vida: se ha tatuado, no come “sano” y tiene una relación con una mujer.

Antes de la auditoría se nos presenta a Gong Gong, al cual Joy quiere presentarle a su pareja. Como Gong Gong sólo habla en chino y la joven Joy lo tiene un poco oxidado, Evelyn habla por ella. Presenta a la novia de su hija como su mejor amiga. Esa es la gota que colma el vaso de la relación de Joy con su madre.

Pero, ¿y los universos paralelos?

Una vez en la auditoría, el marido de Evelyn, Waymond, cambia su actitud inocente y amable por una seria y alertante. Le dice que él no es su marido. Es un Waymond de otro universo que la está buscando. Un enemigo llamado Jobu Tupaki está decidido a acabar con todos los universos que existen. Y Evelyn, nuestra protagonista Evelyn, es la única que puede hacerle frente.

Tras varias escenas de chistes y de mascar un lápiz de labios, nos damos cuenta de que todo lo que cuenta ese Waymond (llamado Alfa Waymond) es real. Así que Evelyn sigue las instrucciones de su marido que no es su marido y encara a ese temible enemigo. Jobu Tupaki.

Su propia hija. Joy.

Parte 2: Lo que te ata

La trama nos lleva a varios universos, pero el meollo de la cuestión es porqué Joy, Jobu Tupaki, es una villana. Tras experimentar varios viajes entre mundos se ha dado cuenta que nada tiene sentido. Que no importa nada. Que ya no quiere sentir. Así que está buscando a la Evelyn definitiva para que vaya con ella a una especie de agujero negro (es un donut. Sí, en la película es un donut) para ver si ella “siente” lo mismo. Para ver si su madre piensa igual.

Porque ese es el origen de todo. Joy no ha entrado a ese agujero negro para acabar con su vida con la esperanza de encontrar a la Evelyn definitiva. A la Evelyn que la entienda. A la Evelyn que es su madre. Lo que le ata a la vida, aunque no sienta nada (pudiendo sentirlo todo), es la esperanza de (re)encontrarse con su madre. De que su madre no sea como su abuelo, Gong Gong. De que no se avergüence de ella por haberse tatuado. Por no “comer bien”. Por ser lesbiana.

Parte 3: a este mundo

Durante la película vemos varios universos, varias Evelyn. Pero en el universo en el que está la Evelyn definitiva, nuestra protagonista, ella es así: borde, testaruda y despegada. Es la Evelyn que le ha tocado vivir a Joy en ese mundo. Y por mucho que a Joy le duela y no quiera vivir más, las palabras de Evelyn resuenan mucho en mi cabeza:

“Tal vez haya algo por ahí, algún nuevo descubrimiento que nos haga sentir como pedazos de mierda aún más insignificantes. Algo que explique por qué todavía fuiste a buscarme a través de todo este ruido. Y, por qué, sin importar qué, todavía quiero estar aquí contigo”.

Han sido incontables veces las que he pensado en dejar este mundo atrás. A veces porque siento mucho. Otras porque no siento nada. Como Joy.

Pero también, como ella, he permanecido aquí. En este mundo. Sin saber muy bien por qué. A veces por los abrazos de mi madre. Otras por las risas con mis amigas. Y definitivamente, de hoy en adelante, por obras como esta que me tocan el corazón.

Iris López

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