It's about damn time! Bienvenido al siglo de las creadoras

© Lizzo

No es por militancia, ni discriminación positiva. Es la constatación de que, a medida que avanza el nuevo milenio, cada vez hay más música interesante creada por mujeres.

En los últimos diez años, una multitud de músicas internacionales se han propuesto sacar de la crisis de mediocridad en la que estaba inmersa la música popular desde finales de los 90. Y lo están haciendo como intérpretes, compositoras y multiinstrumentistas. Pisotean alegremente y toda la energía que da la juventud todos aquellos cánones físicos y psíquicos tradicionalmente impuestos a todas aquellas mujeres que querían triunfar en el show business, y lo hacen con descaro.

Atrás quedan Siouxie, Patty Smith, PJ Harvey o Björk como las honrosas excepciones que había que mencionar al hablar creadoras musicales en el sentido pleno de la palabra. A finales del siglo XX, las discográficas ostentaban un poder absoluto y el lanzamiento del talento femenino se supeditaba a la capacidad de las artistas de cantar más o menos bien, bailar mejor y poseer una belleza photoshopeable para los videoclips.

Con la posibilidad de descargar música online y concidiendo con el Titánic particular de la industria discográfica, a principios de los 2000 llegó Amy Winehouse para ponerlo todo patas arriba. Su look imposible, su gusto musical vintage y sus letras sobre depresiones, adicciones y formas de autodestrucción fueron una autentica bofetada al stablishment musical y periodístico de la época, que seguía supeditando la promoción del talento femenino a ciertos estándares físicos,  hipersexualizando a las artistas tanto si les apetecía como si no.

Amy puso en jaque esta forma de entender a la mitad de la humanidad, mostrándose como un ser humano pleno, con sus fortalezas y debilidades, deseos, decepciones y miserias. Por esto la prensa la odiaba y fueron a por ella. Por esto entre todos la mataron y ella sola se murió.

Pero el tiempo ha demostrado que la voz inmensa de Amy no murió ni morirá nunca, y su legado consiste precisamente en inspirar a un montón de mujeres de todo el mundo para que agarren sus guitarras y se pongan a componer, tocar, grabar, además de autopromocionarse en Internet vía redes sociales. Eventualmente, algunas de ellas acaban siendo escuchadas.

En el panorama actual, quizás la artista más original es Annie Clark (aka St. Vincent), o al menos es la reina madre de toda esta nueva generación. Tremenda guitarrista, multiinstrumentista y gran compositora, esta norteamericana de 39 años tiene además una gran cultura musical, lo que le posibilita transformarse  como un camaleón, a lo Bowie, en cada nuevo álbum.

Cuando se cataloga la música de St Vincent como Indie o Art Rock se hace por puro reduccionismo, porque depende. Depende del disco y de la canción: en una playlist random encontraremos bases electrónicas, canciones discotequeras hipercomerciales, rock progresivo, metal, funk, folk y todo lo que se le ponga por delante a Miss. Clark, con la única constante de su virtuosismo en la guitarra.

Si me preguntaran por dónde empezar a escuchar a St. Vincent diría que no sé, depende (otra vez). ¿Qué te gusta? ¿Bjork? Pues empieza por el disco titulado St. Vincent, el cuarto, de 2014. Si eres más Lady Gaga, Masseduction es tu álbum. Si echas de menos Pink Floyd escucha su último trabajo, Daddy's Home. Y si, por casualidad, tu banda favorita de todos los tiempos es Talking Heads estás de suerte, porque St. Vincent grabó un álbum entero junto con David Byrne.

Pero si alguna cantante puede considerarse la heredera de Amy Whinehouse (tras la intensa promoción de Adele como una especie de Amy inocua) esta es Celeste. Se trata de artista nacida en California aunque criada en Reino Unido, que con solo 28 años ya ha conseguido que Elton John incluya su tema "Strange" en su lista de Spotify. Parece irrelevante pero no, así funciona la promoción musical en estos tiempos gobernados por el streaming: este simple gesto de Sir Elton fue un punto de inflexión en la carrera de esta artista.

Celeste, como Winehouse, es fundamentalmente una cantante de Jazz. No está hecha para conciertos con decenas de miles de personas, sino para el intimismo de  pequeños clubs. Y aunque estuvo en el Glastombury de este verano y ejecutó correctamente su actuación, se le notaba que no estaba en su medio natural. Esperemos que no la estropeen y que se consagre como la gran artista de Jazz que es.

También en Inglaterra, el duo femenino Wet leg ha tenido recientemente un gran hit llamado "Chaise longue", que merece el calificativo de temazo por lo gamberro, lo fresco y lo potente del tema. Todo el día en el chaiselongue: nadie como los ingleses saben hacer letras tan costumbristas acompañadas de punzantes riffs de guitarra y una actitud típicamente Punk.

Hay muchos motivos para comparar a Wet leg con Ellastica, y es posible que nunca más consigan un boom semejante con otra canción, pero solo por la frescura desacomplejada que transmiten, cercana al caradurismo,vale la pena escucharlas.

Y volvemos a Estados Unidos. Tanto en solitario como con su grupo Shannon and the Clamps, la cantante, compositora y bajista norteamericana Shannon Shawn está mezclando el Punk con las melodías Doo-Wop de los 50 sin despeinarse, añadiendo además su voz desgarrada a lo Etta James. El resultado son unas canciones con melodías vintage maravillosas, envueltas en un sonido de garage notablemente sucio, como debe ser.

Con un sonido totalmente opuesto al de Shannon, en Bélgica encontramos a Charlotte Adigéry (aka WWWater), que hace una música electrónica locuaz y divertidísima, hablando desde la ironía de temas tan crudos como el racismo o el neocolonialismo:

“¿Por qué no vuelves  a tu país”

“Siri, ¿puedes decirme cuál es mi país?”

En el mar de propuestas musicales que ofrecen las plataformas de streaming también están destacando nombres como las norteamericanas Minski, que está creando las canciones más tristes de esta nueva década (¿quién compara su corazón con una lavadora?), y Michelle Zauner del grupo Japanese Breakfast, con su elegante renovación del Dream Pop.

¿Quién más está llamando la atención? Nilüfer Yanya, Greentea Peng, Fiona Apple, Wolf Alice, Arlo Parks y unas chicas ¿mayores de edad? que están haciendo mucho ruido con su banda de post-punk: Horse Girl.

Y luego está Chrystia "Tia" Cabral , conocida como Spellling (sic): una profesora y multiinstrumentista que está haciendo saltar por los aires los límites entre los grandes géneros musicales, con una mezcla de electrónica, Pop, y Rock Progresivo. Su último trabajo, The Turning Wheel, está considerado por la mayoría de la crítica como el mejor álbum de 2021.

Finalmente, una mención especial muy mercecida para la nueva diva del R&B, Lizzo, que, con su flauta travesera y su notable sobrepeso, un día decidió embutirse en un vestido  de lentejuelas de los que lleva Beyoncé y salió a cantar y rapear con su maravillosa voz y grandes dosis de cachondeo. Ahora es toda una estrella.

La auto-grabación y auto-promoción vía redes sociales, sumada a la recuperación de la industria musical a partir de las plataformas de streaming está dando alas a una renovada creatividad musical, libre de los clichés del pasado.

Al final ha resultado que sí había un hueco de mercado para las chicas que no se parecen a las figuras de los videojuegos, y que algunos consumidores demandaban más talento y menos auto-tune.

Lo que ocurre es que descubrir nuevos artistas y tendencias ahora requiere más esfuerzo, porque - entre las miles de propuestas musicales - el cliente tiene que separar el grano de la paja e ignorar al maligno algoritmo con toda su determinación. Fight the Machine!

Silvia Solans

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