Entrevista a Eduardo Casanova

“Sobre el proceso creativo de 'La Piedad': para sanar las cosas, primero tienes que vivir una especie de terapia de choque”

"Si hay alguna forma de definir mi trabajo como artista es 'algo horrible envuelto en algo muy bonito'. El arte que yo manejo es la escritura y la dirección". Esto es lo que nos contestaba Eduardo Casanova en el Festival de Sitges cuando le preguntamos por la visión que tiene él mismo de su trabajo. Y, los que tienen las producciones del artista en mente, estarán de acuerdo en que al director no le falta razón.

© Laia Manyosa

Acostumbrados a verlo crecer en pantalla como actor en una de las series referentes de nuestro país, Eduardo ha conseguido desmarcarse de ese rol para emprender un papel por el que siente auténtica devoción: la dirección. Después de la aclamada "Pieles", Eduardo Casanova vuelve a ponerse detrás de las cámaras con "La Piedad", una co-producción argentina protagonizada por Ángela Molina, Manel Llunell, Ana Polvorosa, Macarena Gómez y Songa Park.

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"La Piedad" expone, a través de un filtro de color rosa, la profundidad del vínculo entre una madre y un hijo y cómo la intensidad de esta relación se agrava cuando a uno de ellos le diagnostican una enfermedad terminal. En el film, Casanova explora tanto la naturalidad como la toxicidad de la sobreprotección maternofilial, a la vez que crea un paralelismo con el régimen dictador de Kim Jong-un.

© La Piedad

N.º90: Ya estamos acostumbrados a que tus trabajos plasmen en pantalla crudas realidades. ¿Cómo nace la idea de explorar la relación entre madre e hijo a través de un largometraje?

Eduardo Casanova: La idea principal de esta película ya la he contado muchas veces. "Jamás me echarás de ti", que es uno de mis cortometrajes cuenta exactamente la misma historia, igual que “Amor de madre” o “Fumando espero”. De hecho, hay una historia en concreto en “Pieles” que es lo mismo. Todo lo que he hecho antes es un ensayo para hacer esta película. No me acuerdo del momento en el que empecé a escribir esta historia porque siempre he querido contarla. Porque esta historia es profundamente personal y es la historia de mi vida. Entonces, no hay un momento en el que me sienta a escribirla. Sí que hay un momento en el que me siento y digo "voy a contarla de verdad", pero la idea de hablar de este tipo de relación de madre e hijo ha estado en todos mis trabajos y en mi vida desde siempre, por eso creo que es mi trabajo más personal. También me atrevería a decir que, después del agotamiento que ha supuesto y de la pérdida de salud mental que me ha conllevado hacer este trabajo, va a ser el último proyecto tan personal que haga.

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N.90: ¿Tuviste claro desde el principio qué actores y actrices iban a estar en "La Piedad"?

Eduardo Casanova: De antemano, no tuve claro a los dos protagonistas. En cuanto a la actriz protagonista, para mí era muy importante que mi madre tomase la decisión de quién tenía que ser y que ella se sintiese bien representada. Todo lo demás, exceptuando a Ana Polvorosa que siempre está y siempre va a estar en mis trabajos, fue trabajo de las directoras de casting. En cuanto a Manel Llunell, es curioso porque sucedió lo mismo que cuando te vas a comprar o a alquilar un piso —la gente que se pueda comprar o alquilar un piso— y es que ves muchos, pero te acabas quedando con el primero por la magia del universo. Manel fue el primer actor que vimos y después vimos a muchísimos más, pero volvimos a él. La verdad es que no siento que nos equivocáramos. Manel Llunell es un actor de una sensibilidad terrorífica. Real. Tiene tanta sensibilidad que da miedo dirigirle por si le haces daño. Sin embargo, él pone al servicio de la historia y del director esa sensibilidad para sacar la historia adelante y por eso aun siendo yo el director y, aunque puede que no sea correcto decirlo, creo que está tan soberbio en esta película, aun teniendo como contraplano a una de las mejores actrices del mundo como es Ángela Molina.

N.º90: "La Piedad" igual que "Pieles" vuelve a fundirse en el rosa, un color que ya identificamos con tu trabajo. ¿Cómo ha sido la creación del vestuario de esta película?

Eduardo Casanova: Yo firmo el diseño de producción, lo que quiere decir que me encargo de toda la parte plástica y estética de la película. Esto no quiere decir que no me rodee de profesionales increíbles. Para esta película he trabajado con mis diseñadores favoritos: Manuel Bolaño y Jaime de Mans Concept. Para mí era muy importante que todo estuviese hecho de cero, no servía algo que ya existiese, así que todo el vestuario fue creado para la película. La película pretendía establecer un nuevo universo y para eso había que crearlo. Tengo la suerte de tener la oportunidad de trabajar con grandes artistas, que les interesa mi universo, que su universo tiene que ver con el mío y que se pueden sumar a él.

© La Piedad

N.90: Volviendo al proceso creativo de la película, ¿cómo recuerdas ese momento que comentas en el que te sientas y decides contar esta historia?

Eduardo Casanova: La película la empecé a escribir en un momento en el que me encontraba muy mal respecto a muchos temas. Y cuando me pasa esto, para intentar sanarlo, lo que hago es hacer dos cosas: ir al psicólogo, algo que llevo haciendo toda la vida, y escribir. Para mí escribir es algo muy parecido a ir al psicólogo. Es un proceso catártico. Entendí que era el momento de escribir sobre ese conflicto para poder sanarlo. Y esto hace que la película sea tan compleja, ya que, para sanar las cosas, primero tienes que vivir una especie de terapia de choque. Y no hay nada más fuerte que filmarlo, porque lo estás viendo… estás viendo tu horror, tu temor en una pantalla.

N.º90: Sacar adelante un proyecto como "La Piedad" ha tenido que ser bastante duro, sobre todo teniendo en cuenta que es un proyecto muy personal. ¿Qué retos te ha supuesto este film?

Eduardo Casanova: El mayor reto que me ha planteado esta película ha sido no suicidarme. Es la realidad. Es la verdad. Suena duro, pero es la verdad. Ahora me siento sanado. Mi vida ha cambiado muchísimo después de rodar la película. Tuvo que pasar un tiempo después de rodarla para que yo me encontrara mejor. Pero sí que es verdad que cuando llego a un festival y cuando la gente pregunta y cuando la gente habla siento bastante pánico, porque siento que me he desnudado más de lo que debía…  soy bastante kamikaze, no sé medir muy bien las cosas. Voy a tope. Esto no quiere decir que sea bueno, ni malo, ni que la película sea mejor o peor, pero es verdad que cuando vuelvo a un festival es algo parecido como encontrarte con tu ex. Algo que, por cierto, también voy a hacer en este festival.

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N.º90: Sacas adelante propuestas cinematográficas que pueden parecer arriesgadas... ¿cómo sueles afrontar las críticas?

Eduardo Casanova: Creo que hay que evitar quedarse en el éxito y evitar quedarse en la buena crítica. Porque no te hacen evolucionar. No hay un escalón más arriba del éxito y de la buena crítica tampoco. Entonces, hace que te quedes estancado. El fracaso y la mala crítica es lo que te hace evolucionar. Sin embargo, tanto una cosa como la otra es mejor no escucharla demasiado, porque te acaba despistando de lo que tú verdaderamente quieres contar... entonces acabas haciendo algo para que digan lo que tú quieres escuchar. Y esa es la verdadera dictadura. Yo intento, aunque a veces no lo consiga, no ver demasiado.

Gemma González
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